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THE MASTER Y LA GRANDILOCUENCIA DEL YO ENFERMO

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Cartel The Master

                 A Paul Thomas Anderson siempre le ha preocupado exhibir demasiado claramente los tortuosos caminos de los hombres y, no digamos, de los hilos con los que se manejan nuestras vidas. De hecho, el barroquismo que imprime a sus historias, en un principio me llamaban la atención sobremanera, si bien en su continuo ir y venir por su cinematografía —el modo de enfrentarse a las situaciones que, él mismo, nos ofrece—, llega a aburrir.

 

         Es bien cierto que los actores de esta obra —que considero sobredimensionada—, tienen la capacidad de conformar unos personajes, que podrían haber sido mucho más interesantes si no hubieran repetido hasta la caricatura sus estados de ánimo, sus subidas y bajadas y con ellas empujar al espectador a seguir esperando que Freddy (Joaquin Phoenix), además de tratar de alcanzar el limbo y ser el principal valedor del pope (Philip Seymour Hoffman, un actorazo como la copa de un pino), a quien en esta cinta, deduzco, no se cree su papel y, por tanto —destacando algún pequeño desmelene—, su capacidad de gigante de la actuación decae, al mismo tiempo que la historia deja de ser interesante para llegar a ser repetitiva y aburrida. Sobre todo aburrida.

 

         Desde luego, ya lo dice mi Biblia, "los caminos del Señor son inexpugnables"; más aún si la manipulación a través de la fe por personas carentes de moral, y cuya única finalidad es llenar sus cuentas bancarias sin escrúpulos, mientras se mira hacia otro lado y se entrega el mando en plaza a quienes no tienen preparación moral, excepto creer en quien manda y seguirle a pies juntillas cuantas tropelías esté dispuesto a llevar a cabo, mientras las arcas del negocio siguen engordando y la fe deja de existir porque nunca la hubo.

 

         Lo que queda bien claro en The master, no es otra cosa que cualquier tipo de secta, sólo tiene un fin: aprovecharse de quien está necesitado de escuchar cuanto le digan y está dispuesto a iniciar ese proceso para llegar a la cima como ha llegado el jefe.

 

 

 

Paca Arceo

5 de febrero de 2013