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¿Qué es la fama?

Susan Boyle
Susan Boyle

 

¿Entelequia, neurastenia, ciencia ficción? Son muchos los que se pirran por conseguir, al menos, un minuto de fama en su vida; eso sí, sin pensar en las consecuencias. Y parece que las hay; en muchos casos fatales. El más cercano es el de Susan Boyle, a quien la elevaron al pico más alto del Universo y en volandas la exhibieron entre los dioses del Parnaso. Quienes lo hicieron —muchos— ni se percataron, ni ¿quisieron? darse cuenta de la frágil línea emocional por la que esta mujer (como tantos otros, sin saberlo) estaba transitando o a la que se encontraba atada. El despeñe ha sido tan brutal que la han ingresado en un psiquiátrico. El asunto tiene miga y no es para estar contentos con nosotros mismos: tan adoradores como devoradores de glorias. Procuramos su ascenso con la misma frivolidad que les abandonamos en caída libre hasta su silencio o desaparición.

No se trata de echarle la culpa a los medios de comunicación, que también, porque se hacen eco y amplifican nuestros despropósitos con igual banalidad sin ir más allá de la fenomenología de los casos y sus consecuencias. ¿A cuántos juguetes de esta guisa hemos empujado a perturbaciones, a no volver a levantar cabeza, a dejar de ser normalitos? No queremos saberlo. Al igual que nos llega el entusiasmo por algo o alguien, se nos va. Cuando nos enteramos de un caso como el de Boyle, ¿nos vamos a inmolar? No se trata de eso pero al menos sí podemos dejar de seguir la corriente de esos ríos creados para llegar a convertirse en peligrosos saltos de agua de los que es imposible salir vivo.

¿Acaso buscamos darle más morbo al asunto y más ventas a los programas o reportajes alimentados de tragedias para olvidarnos de la propia? Si es así, ¡estamos apañaos! ¿O, no?